Hay preguntas que nos mantienen en estados perpetuos de victimismo hasta que dejemos de preguntárnoslas.
Conozco una mujer que perdió a su hijo por un suicidio debido a una enfermedad crónica que tenía muy mala previsión de evolución y el hijo decidió marcharse de ese modo. La mujer no se ha respuesto (y qué madre se repondría, es comprensible) y pasó unos años durísimos y mucho más duros de lo que pudieron ser porque se pasaba las horas del día preguntándose en todo momento: «Dios mio, ¿porqué?»… No encontró respuesta por más que le dijeramos, por más que escuchase ella seguía atrancada en el «porqué».
¿Cuántos de nosotros seguimos atrancados en una situación en la que no logramos salir porque el PORQUE nos bloquea la percepción de la puerta de salida?…
Sustituye el porqué pues ninguna respuesta va a satisfacerte ni convencerte plenamente, por: «¿Esto qué significa para mi ahora?, ¿qué significa para mi proceso evolutivo? y «¿Qué puedo hacer yo para resolverlo, aceptarlo, transcenderlo, transformarlo, comprenderlo, aprenderlo, para despertar, actualizar y poner a buen uso mis dones y talentos etc?
Como véis esas dos preguntas últimas nos ponen en modo explorador y héroe de nuestro viaje vital.
No caigas en la víctima… explora tus opciones.
Barbara Meneses