La palabra «responsabilidad» no es muy «popular» … parece que viene con un peso, una carga, un lastre del que nos queremos librar fácil y rápidamente.
¿Donde en nuestra vida, preferimos acusar al otro, culpar al entorno de que las cosas no salgan como queremos.. y de qué modo nos mostramos así, CIEGOS ante la responsabilidad que nos corresponde SOLO a nosotros, suplir en esa situación en la que nos quejamos para mejorarla, transformarla?
¿Cuántos de nosotros nos quedamos más fácilmente en la queja, en la frustración, en el lamento, en el estado de ánimo depresivo pensando que no hay nada que podamos hacer para salir de nuestra situación sino esperar que OTROS den el paso, OTROS muevan ficha, OTROS nos abran la puerta, OTROS nos reconozcan, OTROS nos agradezcan, OTROS nos amen, OTROS nos den una oportunidad… OTROS… OTROS…OTROS…
Nos quejamos de que el mundo va mal pero y qué hay de nuestra responsabilidad personal en eso que vemos?…
Si queremos dejar de ser niños espirituales, en el sentido menos evolucionado del término, hemos de asumir nuestra responsabilidad. Con ello y SOLO con ello, llegan los recursos, se abren las puertas, surgen las ideas, fluye la inspiración y la motivación para obrar, actuar, ejercer, implementar, decidir, transformar.
Sin responsabilidad, no hay posibilidad de mover ficha. Seguiremos en la cuna espiritual esperando que los Dioses se apiaden de nosotros y nos mezan. ¿quieres seguir así o prefieres salir de la cuna por tu propio pie?
Responsabilidad.. hagámonos amigos de esa palabra y hagámosla una realidad antes de que se nos congele el dedo acusador en la horizontal!
Bendiciones