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Además de la información que hemos añadido en la página correspondiente al Péndulo Luz Diamante, aquí encontraréis algunos datos extra que os pueden ayudar a comprender mejor la naturaleza de este péndulo y cómo podríais serviros de él apelando a las distintas propiedades y peculiaridades del Diamante y la forma en la que irradia los distintos rayos de Luz.

Una de las propiedades más extraordinarias del Diamante es su estructura atómica que le confiere una cualidad de casi-invencibilidad. Cada atomo de carbono se encuentra en el  centro de un tetraedro unido a otros cuatro atomos de carbono que se hallan en los vértices del tetraedro dando lugar a una estructura compuesta por hexágonos unidos entre sí. Esto confiere al diamante a nivel atómico una estructura difícil de romper pues para ello sería necesario ir rompiendo una a una las conexiones atómicas que configuran su estructura. Gracias a ello, el diamante es considerado una de los elementos quimicamente más estables, sólidos y que confieren esa calidad de extremada dureza, de casi-invencibilidad.

A nivel óptico, un diamante bien tallado permite reflejar los rayos de luz capaces de cambiar de dirección debido al efecto de refracción de esta piedra, cuyo índice es el más alto de entre todas las gemas, es decir que su capacidad de dispersar la luz es mayor que ningún otro cristal.

 Igualmente el diamante posee otro efecto óptico llamado «fuego» debido a esta capacidad de dispersar la luz, pudiendo separar la luz blanca en diversos colores del espectro luminoso. En el caso de esta piedra dicha capacidad es muy pronunciada.

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A nivel terapéutico, en el campo del ayurveda se ha utilizado la ceniza de diamantes para los siguientes casos: obesidad, enfermedades uterinas, parálisis, mala circulación, problemas de visión, envejecimiento prematuro, desórdenes menstruales, lepra, tisis, enflaquecimiento, impotencia, diarrea,  alucinaciones, diabetes, anemia, inflamaciones. En esa antigua rama védica, el remedio a base de diamante fortalece el cuerpo, prolonga la  vida, nutre los tejidos, aporta bienestar al organismo. Igualmente consideraban que proporciona «prana», energía vital y es una cura para la debilidad general.

En astrología védica, el diamante es empleado para contrarrestar los efectos nocivos de un Venus mal aspetado o débil. Se ha empleado en cosmética como rejuvenecedor y agente desinfectante.

En la Edad Media, la famosa Hildegard Von Bingen quien dejó escritos grandes tratados de botánica, medicina y conocimiento sobre lo Divino, dejó escrito que el diamante era un gran remedio-medicina para infinidad de dolencias y que los demonios huyen de esa piedra debido a su extremada pureza.

A nivel del la anatomía sutil del ser humano, el diamante corresponde con los chakras coronario y cardiaco así como con el meridiano del pulmón, aliviando, corrigiendo y mejorando cualquier cuestión relacionada con estos chakras y ese meridiano. Así se le confiere una capacidad natural de depurar las energías negativas sobre todo debido a miedos, depresión, intransigencia, inseguridad realizando un gran trabajo sobre nuestras emociones,  el chakra corazón y el sistema respiratorio.

A nivel fisiológico el diamante trabaja igualmente los desórdenes glandulares favoreciendo los momentos pre  post menopáusicos, posee propiedades que ayudan al sistema linfático facilitando el drenaje de toxinas, mejorando sinusitis, edemas entre otros.

Se le ha considerado un símbolo solar, dador del fuego, la iluminación, capaz de causar el éxtasis. El diamante por su estructura resuena con el número 4, con la capacidad de crear estructuras sólidas.

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