Estamos realizando una investigación sobre el nivel de enraizamiento de una persona en su día a día, en las diferentes situaciones que se producen cotidianamente.
La mayoría de la población mundial no está apenas enraizada, es decir que no está corporeizada, su espíritu no alcanza a «habitar» su vehículo físico, su cuerpo. Vivimos en una sociedad altamente desenraizada por el modo de vida moderno que llevamos, las estructuras de nuestras ciudades, nuestros hábitos y traumas.
Pocas veces nos detenemos a medir este tipo de cosas y por ello, no nos damos cuenta de cuán necesario es estar enraizado y de las innumerables ocasiones en las que nos desenraizamos sin darnos cuenta.(¿sabías que escuchar tu música New Age o Ambient preferida te podría desenraizar poderosamente? o simplemente oler tu aceite esencial preferido que resulta que es flor de Loto?)
Por ejemplo, la persona más enraizada del mundo entra en un centro comercial y sus niveles de enraizamiento disminuyen pasmosamente conforme entra en la estructura metálica de estos edificios. Interesan los compradores desenraizados porque entonces los expertos en consumo pueden «atraparles» y magnetizarles en el mundo de las ideas y de los deseos.
Igualmente cuando mantienes una conversación con una persona muy negativa, esto tiende a desenraizarte porque la persona busca que entres en su mundo de ideas y pensamientos y la acompañes ofreciéndole tu atención y tu energía en un mundo que es el suyo, donde en el fondo se siente sola y desconectada. Muchas personas buscan atraerte hacia su mundo interno para que lo adornes como si fueras un florero, con tu energía. Ni ellas están enraizadas ni tu cuando caes en su embrujo.
Caemos en los embrujos de los demás cuando no estamos enraizados. Recuérdalo.
Utiliza tu péndulo para monitorizar tu nivel de enraizamiento y para ayudarte a conectar todavía más a tierra.
Serás más feliz y ayudarás a que los demás también lo sean. Estas Navidades practica estar más presente y enraizado durante las celebraciones. Verás que tus ojos brillan más, con tu pura presencia y que los demás se alegran de verte por fin «aparecer».
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