Un reflejo de Quirón en Aries…
ALQUIMIA INTERNA: LAS CICATRICES
Las cicatrices que cosechamos a lo largo de nuestra vida van dejando su huella sobre nuestros cuerpos, como un gran mapa. Algunas cicatrices curan pronto, otras nunca, pero todas y cada una de ellas dejan su huella . La madre naturaleza es sabia. Las cicatrices tienen un porqué. Están ahí para que las descifremos. Si simplemente las rascamos compulsivamente, buscando que desaparezcan sus costras o maquillando su aparente fealdad, sólo nos provocamos nuevas heridas, como si no quisiéramos aprender de las originales.
Ahora se han puesto de moda los libros sobre los Illuminati, sobre códigos secretos, mensajes cifrados que nos han dejado seres de tiempos pasados, misterios del Vaticano, conspiraciones alienígenas que llenan páginas y páginas de revistas, libros, e internet. Por su parte, la ciencia tiene su propio y jugoso código que descifrar: el ADN. En definitiva todos estamos intentando hackear a Dios, a la naturaleza, a la propia vida, para descubrir el código que nos ofrezca la respuesta a las mismas preguntas de siempre: “Quienes somos, qué hacemos aquí, hacia dónde nos dirigimos y qué podemos hacer para evitar el sufrimiento y alcanzar la felicidad”.
Casi todos estamos buscando fuera de nosotros y por eso nos olvidamos de esas viejas amigas, las cicatrices. Porque estamos demasiado perdidos fuera de nosotros mismos, demasiado alienados y enajenados por una sociedad que nos impulsa a ir cada vez más rápido, para ganar cada vez más dinero, tener cada vez más hijos para gastarnos cada vez más dinero en un interminable círculo vicioso que nos drena, nos agota y no sólo mata nuestros cuerpos sino también nuestros espíritus.
Si quieres despertar de la pesadilla de vivir atrapado en un mundo que no te deja ser libre, ser auténtico, ser simplemente tu mismo, tendrás que buscar cada una de esas cicatrices que han dejado tu cuerpo y tu alma marcados para siempre. Aunque te duela, coge cada una de ellas, saboréala, obsérvala, ábrete a la información que un viejo dolor te pueda ofrecer, revive el recuerdo de las humillaciones pasadas, las penas de infancia, la inseguridad, el miedo, las palabras hirientes de tus compañeros, la muerte de tu madre, la enfermedad de tu hermana, los abusos de tu jefe, la incomprensión de tu marido, la amargura de tu mujer…camina más hacia dentro y escucha lo que te cuentan tus cicatrices más secretas, esas que solo tú conoces, esas que te bloquean, te limitan, te impulsan a decir “No, no puedo”, te cortan las alas, te impiden sonreír, tensan tu rostro, encojen tus hombros, sobrecargan tu espalda, atenazan a tu corazón, crispan tus nervios, arrugan tu piel, “encanan” tu pelo, apagan tu luz interior, te encaminan directamente hacia tu muerte. Esas cicatrices son tu esperanza. Son el mapa de vuelta a casa, a tu hogar, a la esencia de tu Ser. Cógelas y trabaja con ellas. Te prometo que lo que descubrirás valdrá mil descubrimientos de códigos secretos…
Esas cicatrices te ofrecerán las llaves de tu alquimia interior, la posibilidad de que transformes tu ser, del plomo al oro. Esas cicatrices son tu maestro interior y aunque hoy son sólo la fuente de tu dolor, mañana, en cuanto puedas mirarlas con serenidad, serán tu don, la llave hacia tu libertad, serán aquello que has venido a ofrecer y a enseñar a los demás de una manera única y original como sólo tu podrías hacerlo. Ese regalo bien merece una expedición al fondo de ti mismo, ¿No crees? Antes de que empieces a poner pegas a ese viaje, hazte la siguiente pregunta y consérvala entre tus herramientas de trabajo como un potente desatascador de bloqueos internos: “¿Y porqué no?”.
(C) Bárbara Meneses (2010)
Photo: Olenka Kotyk (gratitude!)