Recuerdo hace unos años que una persona estaba pasando un mal momento en la organización para la cuál trabajaba y descubrí que tenía una potente cuerda de apego en su tercer ojo uniéndola a esa organización. No podía ver con claridad ni pensar por si misma y su nivel de confusión en relación a lo que estaba haciendo y lo que le hubiera gustado hacer era muy grande. Trabajamos por remover ese cordón y pudo recuperar su poder personal. Sin embargo, siguió en esa organización trabajando y pronto volvió a verse en la misma situación. Han pasado varios años hasta que por fin ha podido salir de ese grupo y actuar por su cuenta.
En otra ocasión, un amigo personal que se había divorciado y acababa de comenzar una relación nueva me confesaba que sentía como si su anterior pareja le «tiraba» de su aparato sexual, como atrayéndole hacia ella de nuevo. No podía mantener relaciones sexuales satisfactorias con su nueva pareja debido a esta incómoda sensación. Trabajamos con él para eliminar esa cuerda de apego y pronto pudo vivir su nueva relación desde la libertad de un nuevo comienzo. Las cuerdas de apego energéticas son bien reales e influyen poderosamente nuestras acciones. Algunas cuerdas son conscientes pero en su mayoría estas ataduras son inconscientes. No se trata de demonizar a las personas sino de tomar conciencia de lo que sucede y proveer las soluciones que tenemos a nuestro alcance. El trabajo con péndulos puede ayudarnos mucho a detectar si tenemos cuerdas, dónde las tenemos e incluso ayudarnos a eliminarlas. Cuando eliminamos esas cuerdas, no lo hacemos bruscamente para que la otra persona se sienta atacada o agredida o sorprendida energéticamente. Lo hacemos con amor, compasión y cariño, simplemente soltando la cuerda y devolviéndosela con suavidad. Sellamos el proceso llenando la zona donde estaba la cuerda con la energía más beneficiosa que necesitemos en esa zona y en estos momentos sellando cualquier agujero en nuestro aura.