Feliz semana queridos radiestesistas y amantes de la radiestesia!
El mensaje de hoy es sobre la necesidad de comprender que la radiestesia terapéutica se rige por las mismas normas que otra terapia en el sentido de que el terapeuta/radiestesista es una pieza fundamental por no decir clave en el proceso de trabajo con péndulos. De ahí la necesidad de velar en todo momento por nuestro campo electromagnético y sus diferentes cuerpos energéticos sutiles para atendernos a nosotros mismos ANTES que a clientes, futuros clientes, animales, familiares, amigos.
Los campos energéticos no se rigen por reglas de cortesía humana y cuando tienen hambre energética, van a buscar alimento, sustento donde primero lo encuentren. En términos humanos lo hemos llamado y mal llamado vampirismo energético. En realidad, es un fenómeno normal. Si no atiendo a mis necesidades porque estoy demasiado enfocado fuera de mi, esa inteligencia energética que me habita buscará sustento a mi alrededor usando a familiares, animales, plantas, minerales, amigos, clientes para nutrirme.
Si no me atiendo a mi mismo/a periodicamente realizando auto-sanaciones o trabajando con mi campo, sintiendo cuáles son sus necesidades, en sintonía con el Pulso de la Vida que me anima, comenzaré a tratarme a través de mis clientes, familiares, animales, amigos. Mis sesiones dejarán de ser efectivas porque los remedios y soluciones que detecte NO irán a nutrir al cliente sino a mi. Esto es lo que produce la sordera energética. Cuando hace ya mucho tiempo que dejamos de escucharnos y la Vida tiene que hablarnos a través de intermediarios.
Aprendamos a sentir la Vida pulsando en nosotros y a detectar cuando nos perdemos, alejándonos de la comunicación más fundamental que hemos de tener, con la Vida misma.
Nutrirse significa no sólo recibir sustento energético, emocional, físico y espiritual sino proporcionarme momentos de descanso aptos para la regeneración. Si no me concedo esos espacios, no lograré crecer como persona ni renovar mi práctica siendo presa fácil de los famosos «burnt out» terapéuticos, cuando nos «quemamos» por exceso de trabajo.
Foto:
Daniil Silantev
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